Wednesday, April 20, 2011

LA DOLOROSA DE CAJAMARCA



LA DOLOROSA DE CAJAMARCA
Doña Elsa Vásquez Pereyra
[1], ilustre escritora cajamarquina, recogió esta leyenda sobre la aparición de la imagen:
"Cuentan que, ante los deseos de los cajamarquinos de tener una imagen de la Madre de Dios para exteriorizarle su profunda devoción, en respuesta a tantos pedidos y súplicas, cierto día arribaron a la ciudad dos ángeles que, bajo la apariencia de jóvenes peregrinos, pidieron hospedaje en el Convento franciscano. Conversando con sus anfitriones dieron a conocer que eran escultores de profesión, noticia que se esparció y llenó de alborozo al pueblo entero, contratándolos de inmediato para que tallaran la anhelada imagen.
Los extraños viajeros aceptaron bajo la condición de que se les cediera el uso de una habitación privada donde pudieran trabajar tranquilamente durante tres días, rehusándose a recibir alimento y bebida.
Transcurrido el plazo señalado, acicateados por la curiosidad y sorprendidos por el silencio que reinaba en el recinto, convertido - sin saberlo ellos - en taller angélico, frailes y feligreses decidieron averiguar qué sucedía y abrieron la puerta.
Cuando entraron, una emoción gratísima y celestial embargó sus almas al encontrar en el centro del aposento, radiante de sobrenatural belleza, a la incomparable y dulce imagen de la Virgen de los Dolores. Los artífices habían desaparecido, pero no faltó un madrugador vecino que aseguró haberlos visto perderse en el azul, desde la Plaza de Armas, convertidos en "dos blanquísimas palomas de grácil silueta, que dejaron tras de sí una refulgente estela".
La imagen se halla en la Capilla de Los Dolores, edificada en 1722, en el retablo del altar mayor, al centro y en sitial de honor, al costado de la Iglesia de San Francisco. Es la patrona tutelar de la ciudad de Cajamarca, coronada el 14 de junio de 1942 en el Primer Congreso Eucarístico Diocesano de Cajamarca. Es una imagen "de vestir" del siglo XVIII, en madera policromada, de 1.60 cm. de altura.
Su festividad se celebra el Viernes de Dolores, una semana antes del Viernes Santo. Se inicia con la Setena: siente noches de oración dedicadas a honrar los siete dolores de María. Constituye la más arraigada y entrañable tradición religiosa cajamarquina. La imagen es trasladada de su Capilla al altar mayor de la Iglesia de San Francisco, para dar cabida a la gran cantidad de devotos que acuden a rendir su homenaje de fe a la Dolorosa.
Cada cinco años la Imagen visita los barrios de Cajamarca. Sus fieles le rinden homenajes con arcos, altares, flores y rezos. Inicia su recorrido a las 12 del día, hasta entrada la medianoche.
La Dolorosa es la única que paraliza a la ciudad, iluminando con su fe a sus devotos. Es la fuerza espiritual que congrega a todo el pueblo.

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