Wednesday, October 14, 2009

UNIDO EN LA TIERRA...

UNIDO EN LA TIERRA….

Teófilo Villacorta Cahuide

Como diría la canción, el Zambo Cavero está unido bajo tierra, y lo dudo que en el cielo, aunque las posiciones más ortodoxas digan lo contrario y fustiguen esta afirmación. Porque -seamos sinceros- cuando un hombre muere se va a dos o tres metros bajo tierra, según el esfuerzo de los sepultureros. Sin embargo, el clamor popular por este icono de la música criolla es indudable e irrefutable, aun cuando no fue un genial creador de las composiciones mas adorables de este género, tuvo una prodigiosa voz que lo encumbró a la popularidad y con ella pudo recorrer el mundo entero, incluso recibir una celebérrima condecoración de la OEA. Ahora bien, por encima de esos sentimentalismos hipócritas que se vieron en las exequias de éste ídolo popular, cabe preguntarnos sí somos verdaderamente justos con en estos homenajes póstumos, o se requiere ser amigo de un presidente y transmitir en vivo horas enteras (por no decir todo el día) en el canal del estado, para sentir la valía de un gran cantante como fue el Zambo Cavero, -insisto, en eso no me cabe la menor duda- pero si la memoria no nos traiciona recordemos cuantos preclaros hombres que aportaron a la cultura de nuestro país dejaron de existir, algunos en las circunstancias mas terribles y nunca, ni siquiera la prensa -esa perrita faldera del poder y del sensacionalismo- le dio el merecido espacio, por ejemplo, a un Alejandro Romualdo, poeta intenso y revolucionario, que murió el año pasado en su casa, solo y abandonado, y así señalaríamos más ejemplos, como los extraordinarios vates Washinton Delgado y José Watanabe, o el gran historiador Gustavo Pons Muzzo. La genial poeta Blanca Varela considerada entre las mujeres mas ilustres del siglo que pasó. ¿Es justo el olvido de estos insignes personajes que no cantaron “Contigo Perú”, pero que definitivamente construyeron este país con el, a veces esquivo, poder de la palabra? Aquella canción que se convirtió en himno del pueblo, fue también un cántico que llevó al inefable García a sentarse nuevamente en el sillón presidencial, y aun cuando los peruanos no tenemos memoria rencorosa, los amigos del arte de Cavero deben recordar el desaire y la burla que les hizo a través de algunos representantes en estado de abandono, sin seguro social ni beneficios, por citar algunas carencias. Pero Cavero no tuvo la culpa de ser adoptado como amigo del presidente, ni se aprovechó de eso, por el contrario, más allá de su popularidad como cantante y cajonero, fue un hombre de perfil bajo, sencillo y querendón. Fue todo lo contrario de aquellas personas que sienten fascinación de ser amigo de las autoridades, como de un presidente regional o de un alcalde, a quienes miran como unos semidioses y no permiten que alguien se les acerque, sin darse cuenta que se van trasformando en unos insignes lameculos, y creen estar poseídos por un aura inacabable de mesianismo, sin tener en cuenta que son personas comunes y quizás mas corrientes que cualquier otro ciudadano de a pie. ¿No es esto acaso una manera de discriminación también? Y vaya ¡cosa curiosa!, el presidente, hace unos días, hablaba precisamente del tema de la discriminación, que será motivo de otro análisis. Ahora, en lugar de salir a figuretear con falsas congojas, reflexionemos, cuan injusto somos con estos homenajes a nuestros ilustres personajes que nos van dejando, porque la muerte siempre estará a la vuelta de la esquina, y para ella si que no hay discriminación.


Huarmey 11 de octubre del 2009

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